La imprenta del Real Acuerdo, centrada en un principio en la edición e impresión de documentos oficiales, se manifestó en Cáceres a través de la intervención del tipógrafo madrileño,
Miguel de Burgos y del Pozo que llevó a cabo el deseo de la villa de contar con un establecimiento de este tipo, instalando la suya en 1822, primera entre las cacereñas, asumió el nombramiento de impresor de la del Real Acuerdo el mismo año en el convento de Santo Domingo. Su hermano,
Lucas de Burgos le siguió en la imprenta y en el cargo. La imprenta Real, en constante quiebra económica pasó a depender de distintos organismos. Considerada gravosa e innecesaria el Estado la suprimió en 1886 cuando era denominada Imprenta Nacional.