La imprenta que, en los finales del siglo XIX, fuera de
Benigno Hernández Mateos y de sus hijos pasó en arrendamiento a dos profesores del Colegio de Segunda Enseñanza de la localidad, que la mantuvieron entre 1891 y 1893 con el pie de imprenta de Sucesores de Hernández e Hijos. Pasado este tiempo volvería Benigno Hernández a hacerse cargo de ella. Consta su funcionamiento en 1896.