En su primer número indica que
"será la crítica, crítica razonada, amistosa, fundada, sin que nadie tenga lugar a sentirse o creerse ofendido y teniendo la seguridad que lo criticado ha de ser criticable". Los redactores, que por primera vez se estrenaban como tales, afirman que la fundación del periódico no ha sido determinada por ningún tipo de interés material,
"lo hacemos más que nada por distracción". Noticias locales, ecos de sociedad y expansiones en prosa verso de colaboradores completan las tres primeras páginas. La cuarta, destinada a la publicidad, sería ocupada por entero con el anuncio del "Gran Café Santa Catalina", propiedad de
Felipe Montalbán, lugar de tertulias de escritores y periodistas en tanto se fraguaba la creación del Ateneo cacereño.
Antonio Martínez Borrega, fue su director, al que siguió
Sinforoso Reyes Vicente, ya en los[ últimos tiempos de la revista. Escribieron, arropados en el seudónimo
Luis Marcelo Marcos,
Juan Luís Cordero,
Eloy Moro,
Fernando Lázaro Lacostera.
Enrique Montánchez,
Ángel Lozano Chaves, y
Cipriano Campillo López.