Sus redactores fueron estudiantes universitarios que encontraron en
Antonio Arqueros Garrido un buen aliado en tal aventura editorial. También la colaboración y los escritos de
Gustavo Hurtado, José Rubio Casillas y Francisco Cienfuegos, entre otros. Y aunque el cobro de las suscripciones no fue fácil, la revista se ayudó con la publicidad abundante de sus páginas. Su cese lo propician en esta ocasión
"los deberes y ocupaciones más imperiosos, constantes e imprescindibles" que deben atender sus responsables (n° 12).