Estas hojas son debidas al fervor mariano del entonces obispo de Coria,
D. Pedro Segura, iniciador, entre los cacereños, de la costumbre de la salve sabatina en el Santuario de la Virgen de la Montaña, donde, después del rezo del rosario, los devotos de la Patrona de Cáceres escuchaban la homilía mariana que les dirigió él mismo los sábados de los años 1922 a 1926, excepto cuando, viajero por Las Hurdes, Hoyos, Alcántara o Madrid, escribía, para ser leídas en este acto, lo que él llamó "Hojas Devotas de la Santísima Virgen de la Montaña". Por su finalidad, las Hojas no requirieron primores literarios; en su texto, de contenido puramente religioso, hay menciones curiosas a circunstancias personales del momento.