A ese invento se le llamó “periódico” y a quienes lo oficiaban “periodistas”, y respondía a la demanda del ciudadano de información, individual y colectiva. Muy pronto se evidenció que se trataba de un instrumento flexible y multiuso, apto para instruir a los pueblos, dar voz a la propaganda de ideas religiosas y políticas, servir de plataforma afortunada al político, al científico, al literato, al clérigo, al comerciante, al artista… y, sobre todo, para ser portador y noticiero de una realidad heterogénea capaz de dar a conocer esfuerzos, doctrinas, proyectos, asuntos históricos y literarios… Más aún, nadie pone ya en duda que la prensa, pasada su inmediata actualidad, es un testimonio documental que permanece como depósito de fragmentos ya perdidos del pasado histórico. Y es de esta parcela de la que en cierto modo se ocupa el Catálogo de Publicaciones Periódicas Extremeñas (1808-2018), cuyo origen hay que buscarlo años atrás, cuando el Servicio de Publicaciones de la Diputación Provincial de Badajoz editó el libro Publicaciones Periódicas Extremeñas (1808-1989), prologado por el Dr. Rodríguez de las Heras y en el que sus autores, M. Pulido y José T. Nogales, recogieron noticias de la existencia de periódicos y revistas extremeñas, cuyo tratamiento dio lugar a una herramienta de trabajo para el investigador del campo de las Humanidades. Es preciso, por otra parte, recordar que Extremadura ya estaba incorporada en 1808 a esta larga tradición de la prensa periódica, impulsada, como en tantos otros lugares, por los movimientos populares que inauguraron el proceso de conquista de la libertad de expresión. Inicio de un largo viaje que todavía se recorre en nuestros días, andado unas veces a tientas y otras con osadía, sin más respaldo que una endeble seguridad en el crédito, económico e intelectual, de quien la sostenía. La incertidumbre acompañaba el camino en el que había que esquivar escollos y barreras: la censura, el impago de las suscripciones, la carencia de papel, la carestía de la imprenta, procesos judiciales y multas dolorosas. No por ello la fundación de un periódico o de una revista, dejó de ser una apasionante, incluso fructífera aventura, sobre todo y más tardíamente, con la aplicación de la fórmula empresa-editorial periodística y la profesionalización del sector. Asombra comprobar la intensidad del fenómeno periodístico en una Extremadura que portaba en su piel los estigmas de deslavazada, atrasada y desatendida del poder político. Una provincia, Extremadura, que en el controvertido siglo XIX ciertamente impresionaba al viajero que a ella se acercaba, por el rostro que ofrecía de pobreza y atraso. Teniendo en cuenta todo ello, sorprende la nómina de publicaciones periódicas y seriadas que han visto la luz en esta región a lo largo de más de 200 años. También la edad de supervivencia de algunas cabeceras que, como el diario Extremadura (activo desde 1923), narraron desde sus costuras el paso de siglo, hito marcador de nuevas rutas, ante la incorporación de novedades mentales, materiales y técnicas. Igualmente, estos papeles muestran el efecto de la rutina de la vida local en los relatores de la noticia, sin apenas historias que contar al lector de aquellas cuatro páginas. Aliviaba tal situación el “artículo de costumbres” que fue diluyéndose a medida que la publicación se modernizaba y se rescataba la noticia como razón primera de ser y de estar, o aquella sección para nostálgicos denominada, con ligeras variantes, “Recuerdos del tiempo viejo” de la que Tomás Sánchez del Pozo, y más tarde José Ibarrola, Solar y Taboada, León Leal y otros, dejaron artículos hoy considerados de especial interés, o aquella otra, la de “Variedades” que incluía pasatiempos y acertijos, un atractivo muy bien aceptado en los que triunfaban el jeroglífico y la charada… Y no digamos el descanso que ofrecía el folletín, al rellenar casi un tercio del espacio del periódico, una oportunidad al mismo tiempo para escritores en ciernes e incluso para otros más avezados que aquí divulgaron sus creaciones literarias. Así ocurrió con autores como Carolina Invernizo (traducida por el periodista Rafael Blanco-Belmonte), Rafael Pérez y Pérez o Juan Luis Cordero y muchos más, que supieron captar la atención de entusiasmadas lectoras extremeñas. Otros periódicos, aquellos que se declaraban voz de una agrupación política, dedicaban su espacio a divulgar y defender el credo de la doctrina que lo inspiró y en desbancar a los contrarios.
Las cabeceras de estas publicaciones forman un repertorio de títulos apenas originales y siguen la norma habitual de otras provincias para su selección: brevedad, claridad y sonora dicción en la medida de lo posible, y que no haya memoria de otro de igual título o parecido punto este que se ignoró a juzgar por las repeticiones (Diario de Badajoz da nombre a cuatro periódicos, independientes uno de otros). Sin embargo, en el conjunto está muy presente la toponimia geográfica antigua de la región (Pax Augusta, Norba, Armentaria, Vetonia…) y actual (Cáceres, Guadiana, Hurdes…); igualmente la toponimia urbana (El Adarve) y la rústica (Aguas Vivas, Maltravieso…). La prensa política ya avisaba en el título de la idea que a este respecto sostenía (El Radical, El Cantón Extremeño, El Partido Liberal, La Falange). Y no hay lugar a dudas cuando se llaman El Noticiero, El Noticiario, Noticias, La Crónica…). A veces el título está tomado de la cantera del habla popular (P`Alanti, Arbejón pa los Borregos, El Antruejo…). Sugerente y breve resulta el de las revistas literarias, con marcada preferencia por los que se inician con la letra A (Aguas Vivas, Alor, Angelus, Alma Extremeña, Anaconda…), promovidas por una juventud con inquietudes sobre todo poéticas. Ante esa tinta vertida no queda más remedio que preguntar ¿quiénes fueron aquellos hombres y mujeres (ellas en escasa representación) que, desde situaciones diversas, ambientales, ideológicas, profesionales, dejaron huella en estos papeles manuscritos o impresos? En este Catálogo hemos tratado de captar, con datos concisos y objetivos, a quienes fundaron, dirigieron, redactaron e imprimieron, con mayor o menor esfuerzo y oficio en esta región los papeles que ahora son objeto de nuestro estudio y trabajo. El conjunto de estas individualidades forma una nómina extraordinariamente heterogénea en la que queda patente que la mayoría, no necesariamente extremeños, procede del mundo de la abogacía, de la enseñanza y de la literatura y que algunos, por gusto, precaución o necesidad…, se camuflaron tras el pseudónimo, de auge en el último cuarto del siglo XIX y primero del siguiente. De tal repertorio habría de emerger esa necesidad humana, a veces ineludible, de escribir, de leer e incluso de leerse y, quizás, también, de permanecer, prolongarse más allá de la vida por los tiempos de los tiempos y esta percepción, al mismo tiempo, nos brinda la certeza de la existencia de individualidades de considerable talla intelectual. También hemos resaltado el protagonismo de la imprenta, artilugio que forma parte del vértice de cualquier triángulo compartido con la lectura-escritura (incluso manuscrito el periódico extremeño intentó reflejar factura impresa); máquina efectiva y rápida y más cuando incorporó ese gran adelanto de la mecánica que supuso la rotativa, verdadero motor de desarrollo para lo que se ha dado en llamar la “literatura efímera”. Soporte impreso, arte tipográfico, oficio especializado, editor y empresa. De aquí que hayamos comprobado con extrañeza que, excepto los excelentes y consultados estudios de Vicente Barrantes, Antonio Rodríguez-Moñino, Fernando Pérez González y J. Antonio Sánchez de la Calle, apenas se haya investigado sobre la imprenta y su desarrollo en Extremadura, así que hemos recurrido una vez más a la consulta de las colecciones de publicaciones periódicas que se encuentran en bibliotecas públicas y privadas de nuestra región para conseguir los apuntes que se reflejan en este Catálogo. Ni por asomo se oteaba entonces en el horizonte lo que iba suponer el gran cambio tantos años después, el cambio, en todos los niveles de la comunicación, de la llegada del mundo digital que obliga, día a día, a la búsqueda de nuevas fórmulas de comunicación y de información. Así, este Catálogo sobre publicaciones periódicas extremeñas es producto del afortunado encuentro de la información documental y de esta nueva tecnología para plasmar, con la mayor rentabilidad de tiempo y consulta, el efecto del ejercicio intelectual individual y generacional, la presencia y materialidad de un oficio, de un arte, de una empresa, sujeto a parámetros no siempre examinados con objetividad. Esta edición digital, enmarcada en el proyecto de la UEX Laboratorio de Edición Digital (LED), cuyos primeros pasos se encauzan en el ámbito de las Digital Humanities, ciertamente es un ambicioso proyecto que pretende adaptar a los nuevos tiempos y necesidades la edición de clásicos, la recuperación del patrimonio bibliográfico extremeño y hemerográfico como es el caso. Y ha tenido la fortuna de ser incluida como primera publicación de la nueva Colección Digital del Servicio de Publicaciones de la Universidad de Extremadura. Dado el carácter efímero del periódico, este trabajo había de participar también de la característica de lo inacabado. Por este motivo estará dispuesto y presto a acoger en el más completo sentido del término nuevas aportaciones, completar sus repertorios, potenciar la información aportada y sus posibilidades interactivas y llegar a más destinatarios, en una actualización continua.